Las nuevas tecnologías nos proporcionan la posibilidad de estar comunicados siempre con nuestros amigos, familiares y demás personas de nuestro entorno.

Pero esto es como todo, una cosa es el uso y otra muy distinta es el abuso, cuando dedicamos demasiadas horas a una conducta siempre que ésta no sea necesaria para nuestro trabajo, cabe la posibilidad de que te enganches a ella, en este caso concreto podemos hablar de lo que se denomina:

 “Adicción a Internet”

Pero ¿Cuáles son los mecanismos internos que nos llevan a padecer tales adicciones?

La pantalla de un ordenador, móvil o tablet nos proporcionan la distancia necesaria para mantenernos a salvo físicamente de cualquier persona con la contactemos, pero al mismo tiempo nos facilita la intimidad para contarle a una persona desconocida aquellas cosas que nunca nos atreveríamos a contar en nuestro entorno por miedo a ser jugados o rechazados.

Mostrarnos a los demás tal y como somos en realidad nos cuesta, en cambio es más fácil contar nuestras cosas, desnudar el alma, hablar de nuestros deseos, frustraciones, fantasías, con alguien que se encuentra a miles de kilómetros, es más sencillo y te permite estar a salvo.

Sabemos que contar nuestras cosas constituye en si mismo una catarsis que nos ayuda a canalizar mejor nuestras emociones y a ordenar nuestros pensamientos, al igual que ser escuchados, comprendidos y reforzados genera a nivel bioquímico descargas de adrenalina, y endorfinas que proporciona cierto placer y esto hace que la conducta se vuelva a repetir y es aquí donde se puede producir el enganche tanto a nivel neurológico como psicológico.

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Adicciones a las redes sociales

Esto suele ocurrir porque nuestro entorno no nos proporciona la felicidad o el bienestar que necesitamos o se han perdido los reforzadores que antes nos los proporcionaban, podemos utilizar aquella vieja frase que decía “lo que no encuentras en casa lo buscas fuera “, en este caso podríamos decir “que lo que no nos proporciona nuestro mundo real lo buscamos en el mundo virtual”.

Otra de las causas que puede producir dicha adicción, es el afán de ser reconocidos y admirados, hoy en día “si no estas en Internet no existes”.

Compartimos a través de las redes sociales, facebook, twiter, whatsapp todos los acontecimientos más importantes para nosotros tales como el compromiso con una persona, el nacimiento de un hijo, nuestras celebraciones, nuestros viajes, es más, algunas personas son más conocidos en Internet que en su vida real y por tanto siguen contando sus vidas vacías, para llenar las vidas vacías de los demás. Se pasan horas frente a la pantalla del ordenador o con el móvil en mano, descuidando las relaciones sociales  y alejándose de sus seres queridos.

Hagamos pues una reflexión seria sobre este tema.

Si nos damos cuenta poco a poco vamos perdiendo el contacto con las personas, ya no nos reunimos cenar y a contarnos nuestras cosas, formamos parte de grupos de whatsapp.

Lejos quedaron las reuniones en las que invitabas a los amigos a enseñarle las fotos de tu boda o viaje de novios, las colgamos en el facebook

Ya no le decimos lo que sentimos a nuestro chico en la intimidad lo distribuimos a través de un twitter.

Ya no cortamos una relación cara a cara se lo decimos a través de un whatsapp.

En cierta medida somos nosotros quienes peligrosamente nos exponemos y nos controlamos y lo que es peor contamos nuestras vidas sin pensar en las consecuencias negativas que se pueden derivar de todo ello.

La tecnología, las redes sociales, en definitiva estar comunicados es necesario pero se puede volver contra nosotros cuando abusamos de ello.

Debemos darnos cuenta que ese pequeño salto para el hombre puede ser un retroceso para la humanidad, la conexión a Internet no nos proporciona el calor de la mano de una persona amiga, no activa nuestros impulsos sexuales a través del olor corporal , no nos proporciona el feeeblack de una mirada, ni el abrazo afectuoso de alguien que te aprecia.

En definitiva, la máquina jamás podrá sustituir al ser humano por muy perfecto que sea su funcionamiento.

En este caso concreto podríamos decir que el mundo virtual jamás nos proporcionará lo que nos aporta el mundo real.

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